domingo, 16 de noviembre de 2008
REFLEXIONES
La realización de este blog nos ha permitido estudiar a fondo las diferentes manifestaciones artísticas de la Venezuela del período republicano. Un país que es azotado por cruentas guerras, terremotos, revueltas, alzamientos, lo cual se refleja en la obra de los diferentes artistas y donde se observa además la influencia extranjera, sobre todo la europea. Hoy en día se puede apreciar el legado de nuestros antepasados en diversos sitios de Venezuela.
LA PINTURA
Desde el siglo XVIII hasta 1820 se suceden estilos en la pintura venezolana como el Barroco, el Rococó y el Neoclásico, con el predominio de las pinturas religiosas. Es a partir de 1830 con el pintor Juan Lovera, cuando se notan los cambios de la vida colonial a la vida republicana con las guerras y revueltas que sucedieron. Este pintor caraqueño se dedicó a pintar rostros civiles destacados de la sociedad y posteriormente fijó dos hechos importantes: El tumulto del 19 de Abril de 1810, pintado en 1835 y Firma del Acta de la Independencia el 5 de Julio de 1811, pintado en 1838.
Una vez disuelta la Gran Colombia, el país está en ruinas y los artistas extranjeros se dedican a plasmar en sus obras todo cuanto ven, así tenemos a Lewis Brian Adams, Federico Lessman, Ferdinard Bellermann, Fritz Georg y Pal Rosti entre otros. Su producción es abundante en dibujos, litografías, pinturas, fotografías.
La segunda mitad del siglo XIX, resalta la obra de Carmelo Fernandez, en dibujo, acuarela y litografía; los hermanos Jerónimo y Celestino Rodriguez, grabadores; Antonio José Carranza, pinturas religiosas; Pedro Lovera, Manuel Cruz, Jacinto Iriciarte, Pedro Jáuregui, José Antonio Salas, el retratista Ramón Irazábal, entre otros.
Con la entrada en el poder de Guzmán Blanco la pintura en Venezuela pasa a tener un tema central: la gesta heroica, el retrato de los hombres ilustres. El máximo exponente es Martín Tovar y Tovar con su Batalla de Carabobo (1888), el Retrato de Ramón de la Plaza (1878) y Firma del Acta de Independencia (1876), entre muchos otros.
También tenemos a Arturo Michelena con Vuelvan Caras (1890) y Miranda en la Carraca (1896), Cristóbal Rojas con La muerte de Girardot en Bárbula (1883), Antonio Herrera Toro con Incendio puesto por Ricaurte en San Mateo (1883).
Las conmovedoras escenas de gente humilde son plasmadas por diferentes pintores como Cristóbal Rojas: La miseria (1886), El Plazo Vencido (1887) y Primera y Ultima Comunión (1888); Michelena presenta El Niño Enfermo (1886) y El granizo de Reims (1889).
Ya hacia 1912 se crea el Círculo de Bellas Artes, encontrando en el paisaje, el sujeto principal de las obras. Manuel Cabré será el gran pintor de paisajes con sus diferentes pinturas de El Avila. También Rafael Monasterios resalta el paisaje con su obra El torreón de Caricuao (1930), y otros como César Prieto, Pedro Angel González, Rafael Monasterios.
Armando Reverón fue uno de los más importantes pintores del momento y realiza obras como Marina (1927), Paisaje Azul (1929), Fiesta en Caraballeda (1934), La maja criolla (1939). Desnudo acostado (1947).
Una vez disuelta la Gran Colombia, el país está en ruinas y los artistas extranjeros se dedican a plasmar en sus obras todo cuanto ven, así tenemos a Lewis Brian Adams, Federico Lessman, Ferdinard Bellermann, Fritz Georg y Pal Rosti entre otros. Su producción es abundante en dibujos, litografías, pinturas, fotografías.
La segunda mitad del siglo XIX, resalta la obra de Carmelo Fernandez, en dibujo, acuarela y litografía; los hermanos Jerónimo y Celestino Rodriguez, grabadores; Antonio José Carranza, pinturas religiosas; Pedro Lovera, Manuel Cruz, Jacinto Iriciarte, Pedro Jáuregui, José Antonio Salas, el retratista Ramón Irazábal, entre otros.
Con la entrada en el poder de Guzmán Blanco la pintura en Venezuela pasa a tener un tema central: la gesta heroica, el retrato de los hombres ilustres. El máximo exponente es Martín Tovar y Tovar con su Batalla de Carabobo (1888), el Retrato de Ramón de la Plaza (1878) y Firma del Acta de Independencia (1876), entre muchos otros.
También tenemos a Arturo Michelena con Vuelvan Caras (1890) y Miranda en la Carraca (1896), Cristóbal Rojas con La muerte de Girardot en Bárbula (1883), Antonio Herrera Toro con Incendio puesto por Ricaurte en San Mateo (1883).
Las conmovedoras escenas de gente humilde son plasmadas por diferentes pintores como Cristóbal Rojas: La miseria (1886), El Plazo Vencido (1887) y Primera y Ultima Comunión (1888); Michelena presenta El Niño Enfermo (1886) y El granizo de Reims (1889).
Ya hacia 1912 se crea el Círculo de Bellas Artes, encontrando en el paisaje, el sujeto principal de las obras. Manuel Cabré será el gran pintor de paisajes con sus diferentes pinturas de El Avila. También Rafael Monasterios resalta el paisaje con su obra El torreón de Caricuao (1930), y otros como César Prieto, Pedro Angel González, Rafael Monasterios.
Armando Reverón fue uno de los más importantes pintores del momento y realiza obras como Marina (1927), Paisaje Azul (1929), Fiesta en Caraballeda (1934), La maja criolla (1939). Desnudo acostado (1947).
domingo, 9 de noviembre de 2008
LA MUSICA
El espíritu romántico en la música de comienzos del siglo XIX en Venezuela, se ve plasmado en la obra de Juan Francisco Meserón, quien a partir de 1825 compuso varias canciones patrióticas , además de sinfonías como la No 8 y oberturas. Su última obra fue Misa a Tres Voces en 1843.
Atanasio Bello y José María Izaza crearon en 1831 la Sociedad filarmónica que incluía una escuela de teoría y práctica, escribieron canciones patrióticas e impulsaron la música de orquesta.
En 1850 el gobierno crea la Academia de Bellas Artes y con ella la Escuela de Música,
Posteriormente con la inauguración de teatros como el Caracas, se observan muchas obras compuestas por venezolanos como José Tovar, Lorenzo Montero, Atanasio Bello, entre otros.
Durante el gobierno de Guzman Blanco se crea en 1870 el Conservatorio de Bellas Artes que incluía la enseñanza musical, cuyo dirctor fue Felipe Larrazábal, gran compositor.
Pero sin duda fue Teresa Carreño la más grande pianista y compositora de la época, desde 1866 aproximadamente hasta casi su muerte en 1917 creó más de 50 composiciones entre las que destaca un Himno a Bolívar para solista, coro y orquesta, así como el Cuarteto de Cuerdas en Sol Menor y diversas piezas para piano.
Otros compositores famosos fueron Reynaldo Hahn, que tuvo gran renombre en París; Salvador Narciso Llamozas autor de dos obras para piano tituladas Noches de Cumaná y el Capricho
Popular.
Para el centenario de Bolívar, fue Federico Villena el creador de la obra "Centenario del Libertador" estrenada en el Teatro Guzmán Blanco el 24 de Julio de 1883. Se encargó por muchos años de la Banda Marcial de Caracas.
Finalmente Ramón Delgado Palacios fue el último representante del siglo XIX , fue maestro de Capilla de la Iglesia de San Francisco, fue un gran pianista y su obra incluye 16 valses, 20 danzas dos obras para orquesta, tres para cámara y 9 piezas sacras.
domingo, 2 de noviembre de 2008
ARTES ESCENICAS
Las Artes Escénicas en la Venezuela del siglo XIX y comienzos del siglo XX se encuentra enmarcada dentro de las luchas y guerras independentistas. Los géneros más comunes eran el drama, el sainete, la comedia, la tragicomedia y la zarzuela.
En 1784 se inaugura el primer Coliseo de que dispone la ciudad de Caracas, construido por orden del brigadier Manuel González Torres de Navarra, gobernador y capitán general. Este primer Coliseo estuvo ubicado entre las esquinas del Conde y Carmelitas y tenía una capacidad para 1.500 espectadores. En sus instalaciones actuó la primera actriz venezolana de que se tiene conocimiento: Ana María Pinelo, nativa de La Guaira. Posteriormente, a raíz de la Conspiración de Gual y España (1797) las autoridades españolas, comenzaron a seguir de cerca todas las representaciones dramáticas, con el objeto de evitar cualquier brote revolucionario.
El Coliseo de Caracas fue destruido por el terremoto de marzo de 1812, quedando suspendidas totalmente las actividades teatrales durante la Guerra de Independencia. Las representaciones dramáticas fueron en cierta medida sustituidas por actos cívicos y las entradas triunfales en las ciudades.
Después de la batalla de Carabobo (24.06.1821) y la consiguiente liberación de la capital, el empresario Ambrosio Cardozo mandó a edificar en 1822 un segundo teatro en terrenos de su propiedad ubicados entre las esquinas del Chorro y Las Sanabrias (hoy llamada Coliseo), el cual se convirtió inmediatamente en el principal centro de diversiones de la capital. Entre las primeras obras que se presentaron en este escenario se encuentra el sainete criollo El café en Venezuela de Isaac Álvarez Deleón.
Años más tarde, a partir de 1835 y hasta finales del siglo XIX florecieron más de 40 pequeños teatros ocasionales y permanentes en Caracas, a la vez que se registró la llegada de compañías europeas atraídas por la afición teatral de los caraqueños. Uno de estos grupos actorales fue el del catalán José Robreño, quien en 1837 ofreció al público piezas ajenas como La misantropía y Ángelo, tirano de Padua.
El 23 de octubre de 1854 se inaugura en la capital de la República, el teatro Caracas, lo cual constituyó en un gran acontecimiento para la época. Para esta ocasión fue presentada la opera Ernani, de Giuseppi Verdi. En las décadas siguientes lo visitaron numerosas compañías, entre ellas la de la actriz Adela Robreño, llamada "la perla del teatro de las Antillas", en tiempos del mariscal Juan Crisóstomo Falcón, a mediados de 1860. También en el teatro Caracas fue estrenada en 1873 la primera ópera nacional llevada a escena, Virginia.
Entre 1870 y 1888, período en el que dominó el escenario político Antonio Guzmán Blanco, se llevaron a cabo numerosas representaciones teatrales: comedias, zarzuelas, operas, sainetes. Asimismo, la inauguración en este lapso del teatro Guzmán Blanco (o Municipal), en enero de 1881, con El Trovador, de Verdi, le da un nuevo impulso a la afición a las representaciones dramáticas.
Además de Caracas, en la segunda mitad del sigo XIX se construyeron edificaciones en otras ciudades. En Maracaibo, el teatro abre sus puertas en 1883; el de Puerto Cabello se inaugura en 1886 y el de Valencia lo tendrá en 1894. En el teatro Guzmán Blanco (Municipal) de Caracas, invitada especialmente por el presidente Joaquín Crespo, dará varios conciertos en 1885 y 1886 la pianista venezolana Teresa Carreño.
A fines del siglo XIX, pese a las dificultades económicas y políticas experimentadas por Venezuela, se siguieron presentando obras teatrales de autores nacionales o activos en nuestro país tales como Casto Ramón López, Vicente Micolao Sierra, Felipe Esteves, Octavio Hernández, Eduardo Gallegos Celis. Entre todos estos destaca José María Manrique que da a temas como Un problema social (1880) y El divorcio (1885). En definitiva, el sainete característico del teatro criollo del siglo XIX continuará en el siglo XX, pero influenciado por otras tendencias artísticas.
domingo, 26 de octubre de 2008
LA ESCULTURA
La escultura, tal como la entendemos actualmente en Venezuela, es una manifestación cuya tradición se remonta al siglo XIX. La talla en madera, por ejemplo, conoció un esplendor que desaparecería al venir a menos la imaginería religiosa artesanal. La escultura, en sentido moderno, surge bien entrado el siglo XIX. Nació la Escuela de Bellas Artes, la que sustituyó a los viejos talleres de los imagineros, y que abogaría en adelante, por un estilo inspirado en el academicismo europeo. Encauzaron su enseñanza hacia la formación de artistas individuales, que se consagrarían a la figura humana y a los temas históricos. Una vez egresados de ésta, los alumnos en su gran mayoría se dedicaban a la pintura. Por ello se comprende que fuera tan reducido el número de escultores activos, comparado con los que, desde comienzos del siglo XX, se dedicaron a la pintura.
De los escultores del período académico que dieron el salto a París, fue tal vez Andrés Pérez Mujica el único en quien alentó una voluntad individual expresada con independencia y ambición dentro de cierto espíritu moderno Lamentablemente falleció a temprana edad, en 1920.Luego, la escultura vivió un largo estancamiento que cubrió casi todo el tiempo de mandato de Juan Vicente Gómez. Su práctica iba a reducirse al estudio académico con el que se buscaba la interpretación del parecido; se limitó al retrato y a la figura modelada en greda.
Más tarde, comenzando la década del 30, de Alejandro Colina y de Francisco Narváez marcaron un diferencia. Colina orientó su búsqueda hacia un estilo indigenista de robusta concepción monumental, pero con escasos ingredientes de modernidad.
Por la época en que Narváez trabajaba en monumentos públicos llegó a Venezuela Ernesto Maragall, escultor catalán que, radicado en Caracas, se consagró a partir de 1938 a la docencia en la Escuela de Artes Plásticas y Aplicadas, desde donde impulsó la formación de nuevos escultores. Maragall mismo ejecutó para la decoración arquitectónica algunas de las fuentes y figuras más notables que se realizaron en Caracas en estos primeros momentos de nuestra escultura moderna.
Las condiciones favorables que existían en el país para recibir a la inmigración europea de la postguerra se reflejó en el gran número de escultores de varias nacionalidades que, unos en calidad de docentes y otros para ejercer su oficio, se establecieron en nuestro país después de 1945. Así, el uruguayo Germán Cabrera se instala en Caracas en 1938; los italianos Jorge Gori en 1947, José Pizzo en 1950, Biagio Campanella y Aldo Macor en 1957, Domenico Casasanta en 1959; el holandés Cornelis Zitman llega a Coro en 1947; y el gaditano Manuel de la Fuente en 1958.
De los escultores del período académico que dieron el salto a París, fue tal vez Andrés Pérez Mujica el único en quien alentó una voluntad individual expresada con independencia y ambición dentro de cierto espíritu moderno Lamentablemente falleció a temprana edad, en 1920.Luego, la escultura vivió un largo estancamiento que cubrió casi todo el tiempo de mandato de Juan Vicente Gómez. Su práctica iba a reducirse al estudio académico con el que se buscaba la interpretación del parecido; se limitó al retrato y a la figura modelada en greda.
Más tarde, comenzando la década del 30, de Alejandro Colina y de Francisco Narváez marcaron un diferencia. Colina orientó su búsqueda hacia un estilo indigenista de robusta concepción monumental, pero con escasos ingredientes de modernidad.
Francisco Narváez, luego de estudiar en la Academia, marchó a París en 1928 y aquí entró en contacto con los nuevos movimientos. Ya en Caracas,se enfoca en una tendencia criollista de acusadas y estilizadas formas macizas, inspiradas en un tipo de feminidad criolla. La obra de carácter alegórico que desarrolló en forma de fuentes y monumentos públicos para parques y edificaciones, dentro de los programas de ornato de la época, sirven de punto de partida para la empresa escultórica más importante que ha realizado escultor venezolano alguno.
Por la época en que Narváez trabajaba en monumentos públicos llegó a Venezuela Ernesto Maragall, escultor catalán que, radicado en Caracas, se consagró a partir de 1938 a la docencia en la Escuela de Artes Plásticas y Aplicadas, desde donde impulsó la formación de nuevos escultores. Maragall mismo ejecutó para la decoración arquitectónica algunas de las fuentes y figuras más notables que se realizaron en Caracas en estos primeros momentos de nuestra escultura moderna.
Las condiciones favorables que existían en el país para recibir a la inmigración europea de la postguerra se reflejó en el gran número de escultores de varias nacionalidades que, unos en calidad de docentes y otros para ejercer su oficio, se establecieron en nuestro país después de 1945. Así, el uruguayo Germán Cabrera se instala en Caracas en 1938; los italianos Jorge Gori en 1947, José Pizzo en 1950, Biagio Campanella y Aldo Macor en 1957, Domenico Casasanta en 1959; el holandés Cornelis Zitman llega a Coro en 1947; y el gaditano Manuel de la Fuente en 1958.
jueves, 16 de octubre de 2008
ARQUITECTURA
Durante el siglo XIX Venezuela se ve envuelta en los movimientos emancipadores bajo una serie de hechos políticos y militares que lleva a los hombres a abandonar las ciudades para ir a la guerra y por consiguiente se observa una disminución en las construcciones.
Alejandro Chataing, bajo el mandato de Cipriano Castro entre 1905 y 1919, construye el Teatro Nacional y la Casa de Baños de El Valle, la Academia Militar de La Planicie, el Palacio de Gobernación y Justicia, la Biblioteca Nacional, el teatro Ayacucho, la quinta Las Acacias y el Hotel Miramar en Macuto.
En la década de 1820 a 1830 fueron desdas las ordenes religiosas y el Estado las utilizó como sedes administrativas
Entre 1830 y 1840 el ingeniero Olegario Meneses construye algunos edificios en Caracas, con una postura Neoclásica que se observa en la reforma de los antiguos claustros franciscanos, donde funcionaba la Universidad Central. Entre 1841 y 1868 realiza varias obras como el Cementerio de Los Hijos de Dios en Caracas, la reforma del Palacio de Gobierno de Maracaibo y la reconstrucción de la Catedral de Mérida, todos bajo el mismo estilo Neoclásico.
En 1870 y bajo el gobierno de Antonio Guzmán Blanco ordenó la remodelación de la Casa Amarilla, y la continuación dell enrejado de la Plaza Bolívar por el francés A Roudier. Ya en 1872 ordena la colocación de la estatua del Libertador en el centro de la plaza.
Entre 1872 y 1877 bajo las órdenes de Guzmán Blanco, el ingeniero Luciano Urdaneta graduado en París, diseña y construye el Plalacio Federal Legislativo o Capitolio en el casco central caraqueño, observándose el estilo Neoclásico.
A partir de 1875 el ingeniero Julián Churión realiza los trabajos de reconstrucción de la Iglesia de la Santísima Trinidad , en un estilo Neogótico, posteriormente transformado en Panteón Nacional,
y junto al arquitecto Juan Hurtado Manrique quien realizó varias obras con un estilo clásico relacionado con la arquitectura francesa, en 1876 reforma la fachada del antiguo templo franciscano para convertirlo en la Universidad Central de Venezuela con marcado estilo neogótico. Entre 1881 y 1883 diseña la Iglesia de Santa Capilla y proyecta la Iglesia de Santa Teresa y la de Santa Ana, entre otras. En 1895, durante el gobierno de Joaquín Crespo construye junto con Alejandro Chataing como asistente, el Arco de la Federación a la entrada de El CalvarioEntre 1837 y 1891, el ingeniero francés Esteban Ricard realiza obras de gran importancia, como el Teatro Guzmán Blanco (hoy Teatro Municipal) y el trazado del ferrocarril Caracas La Guaira.
Ya hacia finales del siglo XIX, el presidente Joaquín Crespo se hace construir sus dos residencias: Villa Santa Inés y el Palacio de Miraflores, obras que fueron iniciadas por el ingeniero italiano Giuseppe Orsi y la colaboración de Juan Bautista Sales en 1893
Alejandro Chataing, bajo el mandato de Cipriano Castro entre 1905 y 1919, construye el Teatro Nacional y la Casa de Baños de El Valle, la Academia Militar de La Planicie, el Palacio de Gobernación y Justicia, la Biblioteca Nacional, el teatro Ayacucho, la quinta Las Acacias y el Hotel Miramar en Macuto.
Durante los años de dictadura de Gómez se realizaron obras en Maracay, su residencia, el Hotel Jardín diseñado por Carlos Raúl Villanueva y el Cuartel Militar diseñado por el ingeniero Ricardo Razzetti. En el estado Táchira se edifica el Palacio de Gobierno de San Cristóbal.
En cuanto a las viviendas, en muchos casos se conservó el estilo colonial copiado de Francia y Holanda, como La Pastora y San José en Caracas, San Blas en Valencia y El Saladillo en Maracaibo y en otras zonas más urbanas y elitescas se pasó primero de viviendas de una planta a otras de dos plantas , y luego a la construcción de quintas y urbanizaciones como El Paraíso, Los Chorros, La Floresta y Campo Alegre.
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